La pregunta no está en los libros de texto, ni en las enciclopedias, ni en ningún otro sitio físico, pero circula por el imaginario del ser humano desde que éste se montó, por vez primera, en un utilitario: ¿se puede ahorrar a la hora de reparar un coche? Y la verdad es que la respuesta, antes, no era demasiado sencilla, porque entendíamos que las cosas, lejos de ser fáciles, se podían complicar muy mucho.
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